La yaya Quimeta tiene gallinas en su patio y cada día prepara unas docenas de huevos para venderlos en la calle. El Gall Maragall la despierta muy temprano por la mañana, y la Quimeta le da de comer a él y a Marrameu, su gato, que tiene que cuidar de los sacos de trigo y de castañas para que no se lo coman los ratones. También arregla las flores de su jardín.

Pero hoy a la yaya Quimeta le cuesta salir de la cama. Ya ha llegado el otoño, ayer fue a buscar castañas al bosque y está muy cansada. Al final, después del insistente canto de su gallo, la Quimeta sale de la cama. Lo acaba todo y empieza a tostar las castañas. Como las castañas tardan mucho en hacerse decide explicar a todos los niños y las niñas el cuento que le explicaba su madre cuando era pequeña: La Castanyera perduda.

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